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DON JUAN HACIA EL SIGLO XXI

DON JUAN HACIA EL SIGLO XXI
Por Carlos Levoyer (Vicecónsul en España) 13/abril de 2005

En el 2005 se realiza una película hecha por el artista ecuatoriano Galo Urbina, en el contexto de la migración de este país latinoamericano hacia España: Latiñoles. La trama de la película gira en torno a las formas adaptativas de un ecuatoriano a la España democrática de inicios del siglo XXI, personaje envuelto entre dos amores carnales y apasionados. Pero esta es la cáscara literaria de este desarrollo del mito de Don Juan, porque en el fondo este personaje intenta ser alegre y pícaro, caracterizando al ser humano actual, propio de este siglo, que no puede ser solo a latino, sino a cualquier ser humano. Con Urbina pues, Juan Tenorio, se universaliza hacia todas las culturas o, por lo menos, a todas las culturas migrantes del siglo XXI. Dos puntos son relevantes en el aporte urbiniano. 1. Su peculiar visión del Don Juan, en la que este personaje no solamente es el actor de determinadas arremetidas sentimentales, sino el portador del color. Vale decir, la incursión del arte plástico en el arte escénico es el hecho a espectar en la obra de Urbina. En efecto, la obra cinematográfica que ahora espectamos es la muestra efectiva de la incursión del color urbiniano en el movimiento del celuloide. Nada más hay que observar el brillo pictórico de las escenas diseñadas por Urbina, a la par de su obra pictórica para comprender que ese diálogo obra plástica-obra pictórica se compenetran y nutren hasta lograr la obra risueña que miramos hoy en la pantalla. 2. También hay que señalar esa salida que Urbina da al mito de Don Juan: se trata de una especie de pícaro, alegre. Muy seguramente habla Urbina del chulla quiteño, muy seguramente. Pero esto, quizá halle su justificación de destino en un fondo más serio. Es decir, ante la pregunta por el destino de la materia dramática en manos de Urbina debamos decir que se trata de algo inédito. No ha llorado Don Juan en el Infierno, tampoco es el cínico, ni el asesino. Peor aún es el cristiano de doble moral, sino el alegre, el pícaro, que a cada paso encuentra la oportunidad de muchar (besar) y de changar ("abrazar" con las piernas). Quizá, después de todo, este nuevo don Juan, quizá, muy al final, encuentre, alguien que lo ame. Mientras tanto él, con todos los personajes de la pieza cinematográfica, brillen en colores de risa. Sin embargo, los desarrollos que sufrió esta materia dramática de este artista ecuatoriano tiene sus antecedentes, por todos conocidos: Don Juan, uno de los grandes mitos literarios de la literatura universal y prototipo del libertino impenitente. La leyenda surgió en Europa durante la edad media. En el primer tratamiento literario formal de la historia, El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1627) de Tirso de Molina, el promiscuo Don Juan seduce a la hija de don Gonzalo, jefe militar de Sevilla. Después de matar al militar, acude a su sepulcro e invita cínicamente a la estatua funeraria de su víctima a una cena. La estatua recobra vida, asiste al banquete y le devuelve la invitación. De nuevo ante el sepulcro, la estatua atrapa a Don Juan y le arroja al infierno. Hacia el año 1657, la leyenda de Don Juan fue escenificada en Francia por unos actores ambulantes italianos, quienes la representaron en forma de pantomima. Poco después sería dramatizada por Molière, quien estrenó Don Juan o el convidado de piedra en 1665. Durante el siglo XVIII Goldoni retomó el tema en su Juan Tenorio [podríamos pensar en el nombre para ese personaje emigrante ecuatoriano llegado a España: Juan Tenorio Guamán (Halcón)] o el libertino castigado (1734) y el compositor austriaco Mozart compuso con este libreto una de las mejores óperas de todos los tiempos, Don Giovanni (1787). En el siglo XIX cambió el tratamiento del personaje. Hasta ese momento Don Juan había sido siempre castigado en el infierno por sus pecados, pero a los escritores románticos, como Alexandre Dumas, José Zorrilla o Lord Byron, les fascinó esta figura, atraídos por personajes rebeldes y amantes de la libertad. Byron compuso entre 1819 y 1824 el poema Don Juan en un tono brusco y desenfadado; el escritor francés Prosper Mérimée lo presentó con dos personalidades enfrentadas en Las ánimas del purgatorio (1834), pero es el romántico español José Zorrilla quien realizó la versión más moderna de la leyenda con su obra Don Juan Tenorio (1844), al transformar al personaje fanfarrón e incrédulo en un héroe jactancioso pero de buenos sentimientos que acaba en brazos de su amada (aunque en la otra vida). El mito parecía agotado, pero durante el siglo XX se siguió analizando por medio de concienzudos ensayos como los de Gregorio Marañón, Américo Castro o Ramón Menéndez Pidal, que retomaron el tema literario. Los hermanos Machado, Manuel y Antonio, lo presentaron como un provinciano en Don Juan de Mañara y Ramón Pérez de Ayala como un chulo de barrio en Tigre Juan. Incluso el cine en los últimos años, en Don Juan en los infiernos (1991) de Gonzalo Suárez, lo caracterizó como un hombre atrapado por el destino y cuya condena es vivir.

DIARIO EL MUNDO, IBIZA, domingo, 24 de abril de 2005

La inmigración desde una perspectiva más divertida

Escrito por Horacio
domingo, 24 de abril de 2005
El director ecuatoriano Galo Urbina presenta en Eivissa `Latiñoles´, su primera película rodada en Barcelona intentando dejar de lado la inmigración como un conflicto dramático EIVISSA \| R. SÁNCHEZ Alejarse del estilo documental que plantea la emigración y la inmigración como un problema es lo que pretendía el director ecuatoriano Galo Urbina al rodar lo que él denomina un «mediometraje». `Latiñoles´, proyectado el viernes en el Club Diario de Ibiza gracias a la colaboración de la asociación Zero´s Publisher, no pretende mostrar las penurias a las que se enfrentan los suramericanos al llegar a España ni disuadir a otros compatriotas de que emprendan el viaje, sino hacer evidente que en la realidad de las familias y los colectivos de inmigrantes hay también lugar para la risa y la alegría. `Latiñoles´ cuenta la historia de Johnny Claudio Guaman, una especie de galán latino que llega a Barcelona para alojarse en casa de un amigo, dispuesto a buscarse la vida en esta nueva ciudad. Su adaptación a los giros lingüísticos del idioma y sus constantes flirteos con otras inmigrantes y con alguna española son el centro de la acción. Finalmente, el Don Juan latino que Urbina quiso desmitificar se queda solo y, tras debatirse entre dos mujeres, pierde a ambas. El comportamiento machista del protagonista y las diferencias en la actitud de las mujeres españolas y ecuatorianas frente a los piropos o el cortejo más descarado centraron el coloquio que sucedió a la proyección. Decenas de inmigrantes, sobre todo ecuatorianos, acudieron al Club para participar en esta iniciativa y ver la película que, según explicó el propio director, ha sido invitada a participar el próximo mes en el Festival Internacional de Cine de Ecuador. El equipo de `Latiñoles´ espera ahora reunir presupuesto para rodar la segunda parte.

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11/10/09

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